Casa

Siempre pensé que sobreviviríamos a todo estando juntos
Ahora veo
Que sobrevivimos al hecho
De ser una familia
De no ser como los demás
Sobrevivimos al credo que nos hacía más luminosos
Y más nobles
Somos escoria amarga
Que entrega su pecho a las raíces de los arboles
Y sopla a las llamas del rencor
Para calentarse de un confortable odio
De un confortable odio
De confortable odio
De confortable odio
De odio
De odio
Odio
Odio
Odio
Y todas sus respectivas conjugaciones
Todas bajo el mismo techo
Con el mismo odio
Y la misma torpeza

Ese

Ese soy yo
El que piensa en aquello que ha perdido
En lo que no ha ganado
En quien nunca me quiso
El que escucha la contestadora buscando
Mensajes que no llegan

M

A veces pienso que en algún
Lugar, algún día pensaras en mi nombre

Micropoema

Si te quieres matar, brother
Pídeme, por lo menos
Que apriete el gatillo
Así sabré
Que fue un esfuerzo consciente

Si te matas, loco
Dejame que entierre tu cuerpo
Así nadie sabrá donde fuiste
Y ese secreto
Será un regalo para los dos

M

La contradicción estaba en que él no creía en los accidentes, pero quería que pasara. Al mismo tiempo, no quería verse maquinado pretextos o inventando escusas. Era un ferviente creyente de la voluntad y de la sinceridad, solo que estos conceptos se fragilizaban con el tiempo. Y si los dejaba ir, no tendría de donde agarrarse, ni donde apoyar ese complejo sistema de creencias que se había construido con los años.

Preguntas

Ya no podía contar el número de veces que aquellos pensamientos le habían invadido la cabeza. Las veces que se sorprendió a sí mismo saboreando el néctar de la fantasía. Miguel estaba perdido: se había extraviado y no sabía si quería encontrar el camino de regreso a la normalidad.
Esa normalidad de abismo en medio del lecho, de aburridas conversaciones, de manualidades y quehaceres domésticos. La que le hacía preguntarse "¿esto es?¿Aquí termina todo?"
Preguntas que en alguna parte le dolían más que la realidad.