miércoles, 18 de octubre de 2017

Pistas

Miguel sentía que algo se le había roto. Ya llevaba algún tiempo con esta esporádica sensación de quebranto. Pero pasaba lo de siempre: se iba sonando como chinezco, y cocinaba a fuego lento sus ideas hasta que terminaba por olvidar el sonido de espuelas que producía al caminar y se veía obligado a dejar de pensar para producir.
Tal vez la única pista de esta situación que no compartía con nadie se encontraba en sus ojos cada vez más negros y grandes. Pero, esto, a penas empezaba. Y habría que acercarse mucho al hermético hombre, para escuchar el ruido de sus pasos y ver la sombra invadiendo la blanca esclerótica.

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